El sábado a la mañana la cosa no pintaba bien. La puerta del conductor se trababa y no permitia sacar la llave. Solucionado el problema partimos hacia Villa Gesell. Llegamos al mediodía fuimos a almorzar, el sol salió y la playa nos recibió. Jugamos unos tejos en la arena, viendo escasas chicas en bikini; un ratito al frio y peligroso mar, el regreso al depto, ducha y a caminar por el centro.
Cena, charla, unas carreritas al Daytona, cansancio general y a dormir.
El domingo amaneció nublado, y de repente empezó a llover para no detenerse más. Hicimos compras en el centro, almorzamos y decidimos volvernos temprano.
Pero el auto no quiso volverse. Se paraba cada 2 cuadras, no arrancaba... Llegamos hasta el ACA, hubo un intento de arreglo, volvió a pararse y finalmente tomamos la decisión de dejarlo allí y volver en micro. Bronca general, resignación.
Los únicos pasajes disponibles eran para las 23.30, así que hubo que hacer tiempo, cenar.. Volvieron de a poco las sonrisas y lo tomamos con tranquilidad.
Subimos al micro, por lo menos era cómodo. El viaje se pasó rápido, dormimos bastante pero nunca es suficiente. El viaje cansa.
Bajamos en Liniers a las 4.45 porque uno de mis amigos se dio cuenta que habíamos llegado (sinó seguíamos hasta vaya uno a saber donde). Estar en Liniers a las 4.45 am, es para mis compañeros en este viaje, poco menos que estar en el medio de la villa 1 11 14, desnudo y con un billete en la raya del toor. Asi que corrían tratando de pasar desapercibidos con los ojos despavoridos, ante la atónita vista de los habitantes locales. Visualicé un Remise (impresentable), nos cobró 30 mangos hasta Parque Chacabudo pero ya no nos importaba nada más que arribar a nuestro hogar. Mis compañeros se tomaron un clásico taxi hasta sus hogares.
Me afeité, me bañé, me tiré 15 minutos en una cama de verdad y me levanté para ir al laburo.
En resumen: Tengo un sueño fatal. Tomé solcito, me sumergí en LA MAR, disfruté con amigos... y lo demás es olvidable.
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