
Subo al subte A en Plaza de Mayo. Aunque es la última estación, algunas personas suben antes para asegurarse asiento. en este caso había un señor de mediana edad pero bastante golpeado por la vida, tez morena, pelo canoso, rasgos incaicos, ropa gastada... esa gente que suele ir obligada a los piquetes de Castells.
El hecho es que este señor venía hojeando un libro, lo cual me llamó poderosamente la atención. Los prejuicios de uno lo llevan a pensar que un hombre de tez morena y claramente pobre no siente placer por la lectura.
Instantáneamente mis pensamientos rotaron a "Que bueno que Metrovías regale libros, así promueve la lectura y enciende esa llamita en gente que no iría a una librería a comprarse siquiera un comic...".
En eso estaba, cuando el morocho, sin duda ni pena ni apuro ni piedad reboleó el libro por la ventana como quien tira una granada a un escondite infestado de vietnamitas.
Que equivocado estaba yo.