domingo, 5 de junio de 2005

Secreto

Carolina y Daniel se conocen desde que tienen 14 años. Poco a poco se fueron haciendo muy amigos. Siempre tuvieron sucesivas relaciones con otras personas, lo que nunca les permitió pensar en estar juntos.Cuando terminaron el colegio su relación no cambió y sus noviazgos se volvieron serios. Al poco tiempo Daniel se casó con una buena chica que realmente lo quería mucho. Carolina no tuvo tanta suerte, y a pesar de ser bonita nunca pudo lograr que una pareja le durara.En cada fracaso amoroso, Daniel estaba ahí para consolarla.Un día ella se dio cuenta de cual era el error que hacía fracasar sus noviazgos. Estaba enamorada de Daniel. Pero su amor era tan grande que no podía lastimarlo y arruinar su matrimonio, no podía ser tan egoísta. Además temía que él no sintiera lo mismo y arruinaría su amistad para siempre. Por lo que se dedicó a llorar en silencio por las noches y a tratar de olvidarlo buscando el amor de otro hombre.Fracaso tras fracaso Daniel siempre la acompañaba. Hasta que un día él, que la conocía como nadie, se dio cuenta que algo raro había en la cabeza de su amiga y habló. Le preguntó si creía que entre ellos había más que una amistad, ella le dijo que no, que eran ideas de él. Que eran amigos y siempre lo serían. Esto no le dio lugar a Daniel para contarle lo que creía, que sus sentimientos, con el tiempo se habían vuelto más fuertes que los de una amistad y que no tendría problemas en dejar a su mujer si ella se lo pidiera.Este secreto los cambió internamente a ambos, hizo que empezara a crecer entre los dos un fuerte deseo, una tensión sexual que hasta el momento no habían dejado salir.Pasó el tiempo y a pesar que Carolina conoció un buen muchacho y se casó, el deseo dentro de los dos amigos siguió aumentando incesantemente.Ambas parejas pasaban mucho tiempo juntas. Tuvieron buenos y malos momentos, como siempre ocurre. Pero finalmente, el desgaste, el aburrimiento y otras vicisitudes hicieron fracasar el matrimonio de Daniel. Tras veinte años y dos hijos, él y su mujer terminaron en buenos términos.Esta vez fue Carolina quien tuvo que acompañar a su amigo. Pero el deseo contenido durante tantos años, el tedio que invadía su pareja, y la posibilidad de concretar un hecho dilatado desde la adolescencia hicieron que pasara lo inevitable.Ambos se olvidaron de todo, de sus problemas, de las consecuencias que ese acto podría acarrear. Dieron rienda suelta a una pasión contenida por décadas. Dejaron a un lado la razón. Los límites entre cuerpo y alma se esfumaron. Todo fue lujuria y desenfreno. Sus cuerpos se unieron, dejaron de ser dos para ser uno. El amor hizo que perdieran la noción del tiempo y del espacio. Besos, caricias, disfrute carnal. Se amaron durante horas.La noche entera pasó sin que lo notaran, la mañana los sorprendió y con ella la fría realidad. Agotados y sin fuerzas, pero saciados de placer, los amantes se pusieron a pensar.Tal vez se hayan arrepentido de lo que hicieron o quizás se dieron cuenta que era el momento de empezar de nuevo, juntos. De lo que no hay dudas es que ya nada será igual. Todo entre ellos ha cambiado, el recuerdo de lo recientemente vivido los inunda de felicidad.
Hay quienes dicen que la vida es eso. Una gran colección de decisiones mediocres con algunos instantes de felicidad desperdigados.
Y creo que estoy de acuerdo. Si estuviéramos felices siempre, si nuestra vida amorosa fuera perfecta no podríamos asimilarlo. No seríamos capaces de recordar los buenos momentos y no existiría lo que llamamos nostalgia.